Comentario
Capítulo segundo
De la luna
Cuando la luna nuevamente nace, parece un arquito de alambre delgado; aún no resplandece; poco a poco va creciendo. A los quinze días es llena; y cuando ya es llena, sale por el oriente a la puesta del sol. Parece como una rueda de molino grande, muy redonda y muy colorada; y cuando va subiendo, se para blanca o resplandeciente; parece como un conejo en medio de ella; y si no hay nubes, resplandece casi como el sol, casi como de día. Y después de llena cumplidamente, poco a poco se va menguando, hasta que se va a hazer como cuando començó. Dicen entonces: "Ya se muere la luna; ya se duerme mucho;" esto es cuando sale ya con el alva. Al tiempo de la conjunción dizen: "Ya es muerta la luna." La fábula del conejo que está en la luna es está: dizen que los dioses se burlaron con la luna y diéronla con un conejo en la cara, y quedóle el conejo señalado en la cara; y con esto le escurecieron la cara como un cardenal; después de esto salió para alumbrar al mundo.
Dezían que antes que huviesse día en el mundo, que se juntaron los dioses en aquel lugar que se llama Teutioacan, que es el pueblo de Sanct Juan, entre Chicunauhtlan y Otumba. Dixeron los unos a los otros dioses: "¿Quién tendrá cargo de alumbrar al mundo?" Luego a estas palabras respondió un dios que se llamava Tecuciztécatl, y dixo: "Yo tomo a cargo de alumbrar al mundo." Luego otra vez hablaron los dioses y dixeron: "¿Quién será otro?" Luego se miraron los unos a los otros, y conferían quién sería el otro, y ninguno de ellos osava ofrecerse a aquel oficio; todos temían y se escusavan. Uno de los dioses de que no se hazía cuenta y era buboso no hablava, sino oía lo que los otros dioses dezían; y los otros habláronle y dixéronle: "Sé tú el que alumbres, bubosito;" y él de buena voluntad obedeció a lo que le mandaron, y respondió: "En merced recibo lo que me havéis mandado. Sea así."
Y luego los dos començaron a hazer penitencia cuatro días. Y luego encedieron fuego en el hogar, el cual era hecho en una peña que agora llaman Teutexcalli. El dios llamado Tecuciztécatl todo lo que ofrecía era precioso: en lugar de ramos ofrecía plumas ricas que se llaman quetzalli; y en lugar de pelotas de heno ofrecía pelotas de oro; y en lugar de espinas de maguey ofrecía espinas hechas de coral colorado; y el copal que ofrecía era muy bueno. Y el buboso, que se llamaba Nanaoatzin, en lugar de ramos ofrecía cañas verdes atadas de tres en tres; todas ellas llegavan a nueve; y ofrecía bolas de heno y espinas de maguey, y ensangrentávalas con su misma sangre; y en lugar de copal ofrecía las postillas de las bubas. A cada uno de éstos se les edificó una torre como monte; en los mismos montes hizieron penitencia cuatro noches; agora se llaman estos montes tzacualli; están ambos cabe el pueblo de Sanct Juan, que se llama Teutioacan. Desque se acabaron las cuatro noches de su penitencia, luego echaron por ahí los ramos y todo lo demás con que hizieron la penitencia. Esto se hizo al fin o al remante de su penitencia, cuando la noche siguiente, a la medianoche, havían de començar a hazer sus oficios.
Y ante un poco de la medianoche diéronles sus adereços. A aquel que se llama Tecuciztécatl dieron un plumaje llamado aztacómitl y una xaqueta de lienço; y al buboso, que se llama Nanaoatzin, tocáronle la cabeça con papel, que se llama amatzontli, y pusiéronle una estola de papel y un maxtli de papel. Y llegada la medianoche todos los dioses se pusieron en derredor del hogar que se llama teutexcalli; en este lugar ardió el fuego cuatro días. Ordenáronse los dichos dioses en dos rencles, unos de la una parte del fuego, otros de la otra parte, y luego los dos sobredichos se pusieron delante del fuego, las caras hazia el fuego, en medio de los rencles de los dioses, los cuales todos estavan levantados. Y luego hablaron los dioses y dixeron a Tecuciztécatl: "¡Ea, pues, Tecuciztécatl, entra tú en el fuego!" Y él luego acometió para echarse en el fuego. Y como el fuego era grande y estava muy encendido, como sintió el gran calor del fuego, huvo miedo; no osó echarse en el fuego; bolvióse atrás. Otra vez tornó para echarse en el fuego haziéndose fuerça, y llegándose detúvose; no osó echarse; cuatro vezes probó, pero nunca se osó echar.
Estava puesto mandamiento que no provarse más de cuatro vezes; desque huvo provado cuatro vezes, los dioses luego hablaron a Nanaoatzin y dixéronle: "¡Ea, pues, Nanaoatzin, prueba tú!" Y como le huvieron hablado los dioses, esforçóse y, cerrando los ojos, arremetió y echóse en el fuego; y luego començó a rechinar y respendar en el fuego, como quien se asa. Y como vio Tecuciztécatl que se havía echado en el fuego y ardía, arremetió y echóse en el fuego; y dizque luego una águila entró en el fuego, y también se quemó, y por esso tiene las plumas hoscas o negrestinas. A la postre entró un tigre; no se quemó, sino chamuscóse, y por esso quedó manchado de negro y blanco. De este lugar se tomó la costumbre de llamar a los hombres diestros en la guerra cuauhtlocélotl; y dizen primero cuauhtli, porque el águila primero entró en el fuego; y dízese a la postre océlotl, porque el tigre entró en el fuego a la postre del águila. Después que ambos se huvieron arrojado en el fuego, y después que se huvieron quemado, luego los dioses se sentaron a esperar a qué parte vendría salir el Nanaoa. Después que estuvieron gran rato esperando, començóse a parar colorado el cielo, y en toda parte apareció la luz del alva. Y dizen que después de esto los dioses se hincaron de rodillas para esperar a dónde saldría Nanaoa hecho sol; a todas partes miravan, bolviéndose en rededor, nunca acertaron a pensar ni a dezir a qué parte saldría; en ninguna cosa se determinaron. Algunos pensaron que saldría de la parte del norte, y paráronse a mirar hazia él; otros, hazia el mediodía; a todas partes sospecharon que havía de salir, porque a todas partes havía resplandor del alva. Otros se pusieron a mirar hazia el oriente; dixeron: "Aquí, de esta parte, ha de salir el sol;" el dicho de éstos fue verdadero. Dizen que los que miraron hacia el oriente fueron Quetzalcóal, que también se llama Ecatl, y otro que se llama Tótec, y por otro nombre Anáoatl Itécu, y por otro nombre Tlatláuic Tezcatlipuca; y otros que se llaman mimixcoa, que son innumerables; y cuatro mugeres: la una se llama Tiacapan; la otra, Teicu; la tercera, Tlacoeoa, la cuarta, Xocóyotl.
Y cuando vino a salir el sol, pareció muy colorado; parecía que se contoneava de una parte a la otra; nadie lo pudía mirar, porque quitava la vista de los ojos. Resplandecía y echava rayos de sí, en gran manera, y sus rayos se derramaron por todas partes. Y después salió la luna en la misma parte del oriente, a par del sol; primero salió el sol, y tras él salió la luna; por la orden que entraron en el fuego, por la mesma salieron hechos sol y luna. Y dizen los que cuentan fábulas o hablillas que tenían igual luz con que alumbravan. Y desque vieron los dioses que igualmente resplandecían, habláronse otra vez y dixeron: "¡Oh, dioses! ¿Cómo será esto? ¿Será bien que vayan ambos a la par? ¿Será bien que igualmente alumbren?" Y los dioses dieron sentencia y dixeron: "Sea de esta manera: hágase de esta manera"; y luego uno de ellos fue corriendo y dio con un conejo en la cara a Tecuciztécatl; escurecióle la cara y ofuscóle el resplandor, y quedó como agora está su cara.
Después que huvieron salido ambos sobre la tierra, estuvieron quedos sin mudarse de un lugar, el sol y la luna; y los dioses otra vez se hablaron y dixeron: "¿Cómo podemos bivir? No se menea el sol. ¿Hemos de bivir entre los villanos? Muramos todos, y hagámosle que resucite por nuestra muerte." Y luego el aire se encargó de matar a todos los dioses, y matólos. Y dízese que uno, llamado Xólotl, rehusava la muerte, y dixo a los dioses: "¡Oh, dioses, no muera yo!" Y llorava en gran manera, de manera que se le hincharon los ojos de llorar; y cuando llegó a él el que matava, echó a huir, ascondióse entre los maizales y bolvióse y convertióse en pie de maíz que tiene dos cañas, y los labradores le llaman xólotl. Y fue visto y hallado entre los pies del maíz. Otra vez echó a huir, y se escondió entre los magueyes, y convertióse en maguey que tiene dos cuerpos, que se llama mexólotl. Otra vez fue visto, y echó a huir, y metióse en el agua, y hízose pez, que se llama axólotl; de allá le tomaron y le mataron. Y dizen que aunque fueron muertos los dioses, no por esso se movió el sol; y luego el viento començó a suflar o ventear reziamente. Él le hizo moverse para que anduviesse su camino; y después que el sol començó a caminar, la luna se estuvo queda en el lugar donde estava. Después del sol començó la luna a andar; de esta manera se desvíaron el uno del otro, y ansí salen en diversos tiempos. El sol dura un día, y la luna trabaja en la noche o alumbra en la noche.
De aquí parece lo que se dize, que el Tecuciztécatl havía de ser sol si primero se hoviera echado en el fuego, porque él primero fue nombrado y ofreció cosas preciosas en su penitencia.
Cuando la luna se eclipsa, párase casi oscura; ennegrécese; párase hosca; luego se escurece la tierra. Cuando esto acontece, las preñadas temían de abortar; tomávales gran temor que lo que tenían en el cuerpo se havía de bolver ratón. Y para remedio de esto tomavan un pedaço de itztli en la boca, o poníanle en la cintura, sobre el vientre. Y para que los niños que en el vientre estavan no saliessen sin beços o sin narizes, o boquituertos o bizcos, o porque no naciesse monstro.
Los de Xaltoca tenían por dios a la luna y le hacían particulares ofrendas y sacrificios.